jueves, 23 de diciembre de 2010

TERAPIA GESTALT

                                                                        Por Pere Nebot Albajés

La Terapia Gestalt es tanto una teoría psicológica sobre cómo las personas se mantienen integradas o alienadas, como una filosofía que desarrolla una profunda fe en los procesos naturales y autorregulados de los seres vivos, y también una actitud que se sustancia en lo que Claudio Naranjo llama el triple eje de desarrollo: presencia, conciencia y responsabilidad, así como también una praxis con un conjunto de técnicas y procedimientos.
El objetivo explícito de la Terapia Gestalt es que las personas logren ser lo que en realidad son, aceptando y haciendo espacio a todas sus inclinaciones, sub-personalidades y voces interiores, logrando integrarlas en una vida bien orientada y valiosa. Para ello se toman en consideración todos los niveles de la persona: instintivo, corporal, emocional, cognitivo, relacional y espiritual.

La metodología que se usa en la práctica gestáltica es eminentemente experiencial presidida por la
premisa de que “aprender es, primero, vivir y experimentar” y, a continuación, organizar el andamiaje conceptual.

La tarea gestáltica está dirigida tanto a las personas que desean un proceso de cambio y transformación o tener mayor conocimiento de ellas mismas y crecer personalmente como a aquellas otras que desean ahondar en el conocimiento de los aspectos interpersonales y emocionales del vivir (lo que hoy en día se llama inteligencia emocional) y obtener una formación en profundidad. Es especialmente indicada para aquellas personas que trabajan en tareas de ayuda: psicólogos, maestros, educadores, trabajadores sociales, médicos, terapeutas, etc.


La filosofía gestáltica se puede resumir en los siguientes puntos:

· Vive ahora, es decir, preocúpate del presente más que del pasado o del futuro.

· Vive aquí: relaciónate más con lo presente que con lo ausente.

· Deja de imaginar, experimenta lo real.

· Abandona los pensamientos innecesarios, más bien siente y observa.

· Prefiere expresar antes que manipular, explicar, justificar o juzgar.

· Entrégate al desagrado y al dolor, al igual que al placer. No restrinjas tu percatarte.

· No aceptes ningún otro “debería” o “tendría” más que el tuyo propio. No adores a ningún ídolo.

· Responsabilízate plenamente de tus acciones, de tus sentimientos y pensamientos.

· Acepta ser como eres. (Claudio Naranjo, 1989)

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